Él no dudó en lo absoluto que Dios podía hacer lo que prometió. De lo contrario, él confió más fuertemente en Dios, y él agradeció a Dios por lo que Dios iba hacer. Él estaba convencido que Dios era capaz de hacer lo que sea que Él dijo que Él iba hacer. Y esa es la razón que Dios consideró que Abraham estubiese justo consigo mismo.