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El cabello sobre su cabeza era tan blanco como lana o fresco como caída de nieve. Sus ojos eran como brillante llama. Sus pies parecían de bronce que acababa de salir del horno, de rojo brillante. Cuando Él habló, su voz sonaba fuerte y profunda como un gran río de corrientes de agua. Él estaba sosteniendo siete estrellas en su mano derecha. Y una espada con dos bordes afilados que comenzaban a salir de su boca. Su cara brillaba como brilla el sol al mediodía.