Algo bien inusual apareció en el cielo. Era un enorme dragón rojo. Tenía siete cabezas y diez cuernos. En cada una de sus cabezas tenía una corona real. La cola del dragón arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo y las tiró a la Tierra. El dragón se puso a sí mismo frente a la mujer que estaba por parir con el fin de comerse al hijo que estaba por nacer.