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Ella exclamó en alta voz a María: "¡Dios te ha bendecido más de lo que ha bendecido otras mujeres, y Él ha bendecido el bebé que tú darás a luz! ¡Que maravilloso que tú, la madre de Mi Señor, debieras venir a mí! ¡Tan pronto como escuché que me saludabas, el bebé en mi vientre saltó porque él estaba tan contento que tú vinieras! Tú eres bendecida porque tú creíste que lo que el Señor te dijo, se haría verdad."