Allí había un gran manada de cerdos pastando en una ladera cercana. Los demonios rogaron a Jesús a permitirles a ellos entrar en los cerdos, y Él se los permitó. Así los demonios dejaron el hombre y entraron en los cerdos, y la manada de cerdos se apresuraron por un despeñadero en el lago y se ahogaron.