Después de esto, Jesús dejó el desierto y regresó a la región de Galilea. El Espíritu Santo Le daba poder. A lo largo de esa región, la gente oía sobre Jesús y le contaba a otros sobre Él. Él enseñó a la gente en sus sinagogas y todos ellos hablaban muy bien de Él por causa de su enseñanza.